Darío Duarte, hijo de uruguayos, es un dramaturgo que a sus 44 años se enfrenta a su
primer estreno en la Sala Grande del Teatro María Guerrero. Cuando hace un curso con el
también uruguayo Sergio Blanco, este le recomienda que escriba sobre el acontecimiento
más relevante de su infancia. En 1983, el gobierno socialista de Felipe González fletó
un avión para que casi doscientos hijos de exiliados y presos políticos uruguayos viajaran
a su país para pasar la Nochevieja con sus familias. Darío, con solo cuatro años, estuvo
en ese avión y visitó a su padre en la cárcel. El problema es que no recuerda nada.
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